18 jul 2012

Aceite viejo

Escribía parte del ensayo en la computadora. Mis ojos solo querían ver los primeros 50 párrafos terminados mientras que mis piernas llenas de picaduras de mosquitos se desesperaban. Las horas pasadas en este ensayo solo era una pequeña muestra de todo lo que podía yo hacer por alguien. ¨Tengo tanto que no escribo¨ fue mi respuesta inicial a esta propuesta que hasta cierto punto me la encontré aburrida. Al escuchar el tema se me abrieron los ojos, algo así era lo que estaba buscando como inspiración para expresar lo que estaba sintiendo.


¨Sabes que me gusta como escribes¨, yo solo me sonrío cada ves que reproduzco esas palabras en mi cerebro. El teléfono suena y me parece ver su nombre, rápidamente lo tomo, saludo y me responden. Me preguntan por Samuel y yo contesto ¨el no esta pero me puedes dejar mensaje a mi¨, la persona cuelga. 


Esa pequeña interrupción a mi pequeño vídeo de su sonrisa encantadora me hace deshacer mi hilo en el ensayo y me veo en la necesidad de complementar mi distracción con un poco de comida. 


Saliendo de la casa me vuelven a llamar y esta ves si es Carlos. El, después de una vaga conversación de como estas y como me la he pasado, me comenta que me gustaría ver para retocar algunos puntos del ensayo. Yo estaba saliendo para el supermercado así que le comente que nos podíamos ver en el café que quedaba cerca. 


Lo puedo ver de lejos, allí estaba, tan lindo, con esos pantalones de tela blancos y su camisa azul marinero que tanto le gusta. Una mujer alta con tacones se le acerca, le dice al en el oído y se sienta con el. Yo no entendía si eran juegos de amor o solo tensión entre ellos pero mi misión era apresurarme a ver quien era esta misteriosa chica. 


Cruzando la calle con las fundas en las manos y solo atenta a lo que podía ver entre los carros me sentí en un parque encerrado con llave. Una bocina me aturde por completo o fue el beso tierno y suave que se dieron? Lo pienso y no lo entiendo. A la mitad de calle, en ese pequeño murito bajo la cabeza y por alguna razón comienzo a pensar en que el me quiere decir. Miles de preguntas llegan a mi cabeza y no las puedo entender bien. 


¨Yanaris!!!!!¨ escucho al otro lado de la calle, levanto la cabeza pero me doy cuenta que es demasiado tarde, que el semáforo cambio a verde y que el Toyota Camry del 2003 no podrá detenerse a tiempo para poder esquivarme y no chocarme para una muerta segura y rápida. 


Lo ultimo que recuerdo son las salsas Prego que compre volando por el aire y cayendo en el cristal del Camry y con la voz de Carlos gritando mi nombre.